Pues sí, ellos también tienen derecho a disfrutar de un relajante baño en el mar (al que le guste, porque yo tenía una perrita que el agua no la quería ver ni en foto) y así lo entendía su dueño, que al caer la tarde, le lanzaba piedras para que las cogiera dentro del mar, engañándolo como a un chino (tarea imposible porque cuando llegaba ya se había hundido el colo hacia el fondo y porque a los chinos no los engaña nadie).
Y ésta es la secuencia de la expedición canina en busca de la piedra perdida...
Y ésta es la canción que le pongo, claro...