Diez años justos y apenas una distancia de 50 metros (en una ubicación que no diré) separan estos dos murales cuyo autor es el arquitecto Juan Guardiola Gaya y que son bastante similares en cuanto a su forma, pero no en los materiales.
El de 1970, se hizo como parte de la decoración de un establecimiento dedicado a todo lo relacionado con las piscinas y se ubica en un paño de doble altura, de unos 3 metros de ancho y 6 de alto. Está realizado sobre mortero de cemento rayado en vertical con diversas texturas según las zonas que marcan los ondulantes límites y revestido de diversos colores, aunque bien es verdad que al menos una vez fue repintado (ver foto de la firma) e imagino que tratarían de respetar al máximo los colores originales. Tras estar oculto durante muchos años (puede ser que 10 o 15) en que el local ha estado cerrado, al final se ha podido fotografiar.
El mural de 1980 se hizo para decorar el gran zaguán de entrada a un edificio de viviendas obra también del autor, justo junto a la rampa del aparcamiento y está compuesto por perfiles metálicos de diferentes grosores y con distinta separación entre sí y como en el anterior caso, estas distancias varían según la zona que marcan las diversas curvas. Están atornillados y/o soldados sobre rastreles que lo fijan a la pared y que quizás para mi gusto personal, son demasiado visibles. Aquí el autor opta definitivamente por los tonos tierras, abandonando el verde o el crema que aparecían en el anterior.
Mural en establecimiento, 1970. En la segunda foto se observa como fue vuelto a pintar y se conservó la firma, dejando el rastro de la capa anterior.
Mural sobre entrada al edificio. 1980.
Foto apaisada del primer mural, para comparar y ver la similitud entre ambos.
Y para musicar el asunto, nos iremos a 1980 y en ese año, Olivia Newton John estaba en la cúspide de su carrera y nos cantaba esta canción tan comercial y tan mágica...
Mi agradecimiento a Alfredo C.Quereda por su aportación.