Estamos en la época del año donde por tradición honramos a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros y este año lo voy a hacer con un par de visitas al Cementerio Viejo de Elche, un recinto que tiene más de 200 años ya que abrió sus puertas en 1811 coincidiendo con la mayor epidemia que ha sufrido la ciudad, la fiebre amarilla que se llevó varios miles de ilicitanos e incluso a los doctores de la ciudad y presos que fueron liberados para ejercer de enterradores. El contagio se inició a principios del mes de agosto, cuando se instalaron en la ciudad soldados que procedían de Cartagena, donde ya se había declarado la epidemia. En total fueron cerca de 11.000 personas las fallecidas, el 40% de la población.
Es un recinto bastante curioso porque no existen casi enterramientos en el suelo, son panteones o nichos muchos de ellos de gran valor artístico y aunque subsisten tumbas muy antiguas, también hay otras más modernas. La conservación es desigual, desde los que están en perfecto estado hasta los que están en franca ruina, dependiendo del cuidado de los propietarios de las tumbas y de los materiales empleados en su construcción. Desde el punto de vista artístico podríamos decir que es un cementerio "arquitectónico" en contraposición a otros que podríamos definir como "escultóricos", son unas clasificaciones un tanto particulares de mi apreciación. Y aquí os dejo una pequeña muestra de las pequeñas joyas que jalonan este bonito y entrañable campo santo.
Parte del texto, pertenece a Esta web y para acompañar al post e intentar poner una nota de humor en un asunto bastante serio, nos iremos a conocer la historia de Raska-yu, que decía cosas como:
Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de su hermosa
y la gente murmuraba con misterio
es un muerto escapado de la fosa.
Raska yú ¿cuando mueras que harás tú?
Raska yú ¿cuando mueras que harás tú?
Tú serás un cadáver nada más...